Etiquetas

lunes, 22 de noviembre de 2010

El viejo ebanista

Hace un tiempo existía un viejo ebanista que pensó todo perdido después de la muerte de su hijo, sintió que no quedaba más en la vida; dejando su historia grabada en el recuerdo de los que estuvieron cerca. 
En un pueblo llamado Coiras, muy cerca al rio Togril alejado de la ciudad, un viejo ebanista siempre se encontraba  en su aserradero metido; melancólico por viejos recuerdos, cuando de pronto su hijo lo interrumpe y trata de hablar con él.
-  Padre, sabes todos los días siempre te encierras en tu aserradero trabajas duro para que pueda comer, casi no duermes y aun así no eres feliz; no estás orgulloso de los logros que has hecho hasta ahora acaso eso no vale para ser feliz. Sabes papá la felicidad esta en ti y en lo que haces.
-  No lo sé hijo, tal vez tengas razón pero no puedo dejar de pensar que estas creciendo y de mí ya no vas a depender, tendrás que ir a formar tu futuro y yo ya estoy viejo para este trabajo así que quiero lo mejor para ti sabes hasta ahora lo único que vas a heredar de mí son mis herramientas y mi trabajo.
- Y sabes papá yo quiero que heredes mi felicidad.
(Lo dijo con tanto cariño, el pequeño se acercó a su padre y lo abrazó)

El viejo conmovido sonrió pero no dejo de estar preocupado por el futuro de su hijo, se puso a pensar que pasaría si se muere antes de tiempo y que pasaría si su hijo no llega a heredar su trabajo. Se sentó y comenzó a trabajar más duro. Todos los días después de esa conversación el viejo ebanista solo se dedico a su trabajo dejando de lado a su único hijo hasta que un día su amigo lo fue a visitar.
-  Edmundo, amigo mío cual es el motivo de tu visita.
-  Mi buen amigo, vengo a darte una mala noticia, quería ser yo el que te lo anuncie, lo siento mucho pero tu hijo lo encontraron muerto.
(Asombrado y triste por la noticia, solo atinó a decir)
-  Como es la vida, yo tratando de darle lo mejor a mi hijo para que sea feliz y teniendo miedo de dejarlo solo sin haberlo ayudado, ya es inútil el partió y hoy me di cuenta que él era mi felicidad, porque no se lo dije teniendo la oportunidad.
Esa fue la última vez que vi a mi amigo, el ebanista, lo más reciente que supe de él fue que partió de viaje para encontrar un motivo. Revisando mí correspondencia encontré un escrito diciendo:
Hay veces que actuamos en formas distintas a lo que somos y no nos damos cuenta que desperdiciamos lo que es de verdad importante, nos alejamos del camino y es ya tarde cuando nos damos cuenta, volviéndose imposible regresar así que amigo mío no esperes más, la oportunidad de ser feliz está en ti.
Tu viejo amigo, el ebanista.

No hay comentarios:

Publicar un comentario